Testimonio de un interno en prisión. «Cómo las drogas arruinaron mi vida»

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Hace unos días, un grupo de internos del módulo de la Unidad Terapéutica Educativa del Centro Penitenciario de Campos del Río, vino a Cehegín para relatar a nuestros alumnos su situación actual dentro de prisión y cómo el mundo de las drogas destrozó no sólo sus vidas sino las de sus propias familias.

No es la primera vez que nuestros alumnos pueden escuchar en primera persona las terribles consecuencias que las drogras provocan en la sociedad ya que en los últimos cursos hemos podido contar con la ayuda del centro penitenciario de Campos del Río, al cual queremos dar las gracias por esta iniciativa y, sobre todo, a los internos por su valentía al contar en público situaciones personales difíciles.

Este año, tenemos la posibilidad de poder mostrar uno de los testimonios personales que un interno en prisión relató públicamente y el cual nos han hecho llegar para que pueda ser publicado en nuestra revista. No aparece el nombre del mismo, pero es de agradecer su generosidad para que veamos las consecuencias de las drogas e intentar que nuestros alumnos reflexionen e intenten evitarlas.

 

 

Tengo 23 años, soy el menor de 4 hermanos y llevo 3 años en prisión.

Mi infancia fue muy buena, solo guardo buenos recuerdos. Uno de ellos era cuando iba a montar a caballo con mi padre los fines de semana, me lo pasaba muy bien con él. También jugaba al fútbol y montaba en bicicleta. 

Lo pasé muy mal con la separación de mis padres, fue para mí algo muy duro. A raíz de la separación de mis padres, ya en mi adolescencia, empecé a sacar malas notas y a faltar a clase. Mis padres estaban muy enfadados conmigo por mi actitud, pero por aquel entonces a mí me daba todo igual, prefería estar con mis amigos que ir a clase.

En el instituto comencé a fumar tabaco y a beber alcohol los fines de semana, tan solo tenía 13 años. Fue con 14 años cuando fumé por primera vez un porro, uno de mis amigos me lo ofreció en las fiestas de mi pueblo y yo para no quedar mal delante de mis amigos y no sentirme rechazado fumé sin saber las consecuencias que me traería. A partir de ese momento comencé a consumir casi todos los días y se convirtió en algo habitual, cada vez consumía más. Con 15 años probé la cocaína en un botellón y ya no paré de consumirla hasta que con 20 años ingresé en prisión. Cuando consumía no era consciente del daño que me estaba haciendo a mí mismo y a mi familia, solo en los momentos de lucidez, que eran muy pocos, tenía sentimientos de culpabilidad y remordimiento.

Las drogas consiguieron que me alejara de las personas que más me querían. Las drogas me afectaban tanto de manera física como psicológica, sufría pérdida de memoria, solía enfadarme con rapidez por pequeñas cosas… Cuando mi adicción era muy grande no disponía de dinero suficiente para poder costearme mi consumo, por lo que comencé a robar para poder consumir. Todos estos robos son los que me han llevado a prisión. Mi ingreso en prisión fue lo que me hizo ser consciente de todo el daño que había hecho. Aún recuerdo la primera vez que mi madre vino a verme a prisión, ella lloraba y yo de verla a ella tampoco podía para de llorar, todo esto con un cristal de por medio, sin poder abrazarla.

Decidí cambiar mi forma de vida cuando estando en prisión me enteré de que había un módulo en el que podían ayudarme, el módulo UTE (Unidad Terapéutica Educativa). Desde que ingresé en el módulo he cambiado muchos malos hábito, soy una persona más tranquila y reflexiva, se escuchar a mi familia. Sé que acabo de empezar un camino muy largo, pero con mi fuerza de voluntad y con la ayuda de los profesionales voy a intentar no salirme de ese camino, voy a intentar que mi familia esté orgullosa de mí.

La vida en prisión es muy dura, no tenemos cosas tan simples como un teléfono móvil o como levantarte a la nevera para poder coger un refresco cuando te apetece. Cuando mi familia viene a verme me siento muy mal, solo puedo abrazarlos una vez al mes cuando comunicamos vis a vis. Cuando salga de prisión quiero una vida sin drogas, alejado de las falsas amistades que me perjudican, quiero una vida junto a mi familia. Desde aquí quiero mostrar a todos los adolescentes las consecuencias que he estoy sufriendo como consecuencia del consumo de drogas para que no caigan en la trampa, para que no caigan en el pozo del que yo estoy intentando salir.

 

 

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